envases recargables

Explorando los envases recargables

¿Realmente son una tendencia sustentable?

Author
Elizabeth Valverde
Italian and English Translation
Andrea Terrado

En los últimos años hemos visto cambios importantes en diferentes industrias, con esfuerzos hacia la sostenibilidad. Industrias como la moda y la belleza, la dermocosmética y el cuidado corporal hasta el maquillaje y los perfumes, ven con mayor preocupación el reclamo de sus consumidores ante la tan temida cultura de la cancelación.

Si bien estas industrias aún están lejos de llegar a una cifra significativa en la reducción del impacto medioambiental, hemos sido testigos de algunos primeros pasos. Cambios en la formulación de productos, el paso a envases biodegradables, la reducción en testeo en animales, la disminución de plásticos de un solo uso en la cadena productiva, son algunos. Quizás la última movida ha sido la ley dictaminada por la unión europea contra los plásticos en el maquillaje, precisamente en el glitter.

Pero, vayamos a lo más básico de un producto: su empaque. Y no, no hablamos del packaging final, sino el recipiente que contiene el producto en sí.

Quizás guardes las botellas de perfume, pero probablemente no suceda lo mismo con tu loción corporal ¿verdad? Es que estamos acostumbrados a botar lo que ya no nos sirve. Esta es la cultura tan dañina de consumir y tirar.

Pues una idea que pretende hacer frente a este problema, y el tema de este artículo, son los envases recargables.

Esta opción de rellenar aquellos productos que ya terminamos en lugar de comprar uno nuevo, viene años dando vueltas en el mercado. Marcas como L’Occitane y The Body Shop llevan tiempo ofreciendo a sus clientes la recarga de envases vacíos de sus productos. Sin embargo, la idea no logró penetrar el mercado en su momento y no llegó a sumar más adeptos. Afortunadamente, la idea no pereció, y en la actualidad, distintas marcas van acoplándose a esta forma de ofrecer sus productos.

Hoy en día podemos encontrar múltiples recargables en la industria de la belleza. Desde lociones a jabones, de cuidado capilar a corporal, maquillaje, perfumes y demás. Mientras que los más complicados de hallar aún son los relacionados al cuidado facial. Esto se debe a los componentes de los productos, los cuales requieren cuidadosas medidas de hermeticidad y protección para no ver alteradas sus fórmulas y la funcionalidad de sus principios activos.

Algunos ejemplos innovadores

Marcas existentes se van incorporando a esta idea. Y, nuevas marcas nacen con ella, determinando sus capacidades desde la concepción misma del producto para su óptimo desarrollo.

Aquí, encontramos, por ejemplo, a Kjaer Weis. Marca creada en el 2010 por la maquilladora danesa Kirsten Kjaer Weis, al ver que muchos productos irritaban la piel de las modelos con las que trabajaba. La marca nació comprometida con la sostenibilidad. Así, no solo formulan sus productos de la manera más natural posible (incluyendo ingredientes orgánicos en su fórmula), sino que también presta atención al envase de sus productos. Estos se diseñaron, en conjunto con el diseñador Marc Atlan, para ser piezas excepcionales y duraderas, como una joya. Su sistema de recarga está presente en el 90% de su línea y aunque el envase principal no es reciclable, está hecho de metal reciclado. Además, aseguran que los contenedores de las recargas son reciclables, así como su embalaje.

Envase recargable Kjaer Weis

Elate Beauty es otra marca que se alinea a la sostenibilidad. Sus productos de maquillaje están enfocados en la bondad hacia uno mismo y hacia los demás, incluyendo a nuestro planeta. Conscientes de la dificultad del reciclaje de los envases, ellos asumen su responsabilidad incentivando el envío de estos (o su recolección en puntos clave) para rellenarlos o reciclarlos. Hasta la fecha han logrado que el 75% de sus productos puedan tener más de una vida útil, siendo reutilizados, reciclados o plantados.

De igual forma, intentan usar el mínimo plástico posible en los envases iniciales (aquellos que van a rellenar tras su término). Es común encontrar en ellos bambú certificado, papel de bagazo (material hecho a partir de los restos de los tallos de la caña de azúcar), papel biodegradable o un tipo de vidrio opaco, que facilita y otorga una mayor posibilidad de reciclaje frente a otros tipos de vidrio.

Elate Beauty

Bajo el mismo propósito de un mundo más sostenible tenemos a KanKan. Una marca británica de cuidado corporal guiada por los principios de la circularidad. Sus envases de recarga han sido cuidadosamente pensados para ofrecer la mayor facilidad al consumidor, con el menor impacto posible. Se reconocen por su adaptabilidad y funcionalidad, pero también por su diseño innovador y muy atractivo a la vista. El producto cuenta con dos partes: el dispensador o bomba, fabricado con residuos plásticos y reciclable; y la lata, donde yace el contenido. Esta lata es la que se cambia en cada recarga. Es de metal, un material que aseguran, independientemente de su forma será valorado en todo el mundo, asegurando su reciclaje infinitamente. Además, por cada recarga comprada, se planta un árbol, a través de sus socios Treepoints, en aquellas comunidades que enfrentan al cambio climático de primera mano.

KanKan

Analicemos la realidad no siempre color de rosa de los envases recargables

Los esfuerzos

Ejemplos muy interesantes para analizar, y, esperanzadores sin duda.

Pero ¿es todo color de rosa en este camino? ¿Qué complicaciones podría traer al medio ambiente?

Empecemos por lo bueno. Como imaginarás, la recarga de productos puede significar una disminución de envases de un solo uso. Tales como botes de crema, recipientes de jabones líquidos, de acondicionadores, entre otros. Hablamos de aquellos envases cuyo único fin es contener el producto y que normalmente son hechos de plástico. Un envase cuya vida útil probablemente sea menos de 1 año, pero cuyo impacto ambiental quedará por décadas. Y sí, quizás pienses que llenándolos en el apartado de reciclaje sea más que suficiente. Pero no es así.

Muchos de estos envases no llegan a ser reciclados, por más de haber sido correctamente seleccionados, porque su composición no lo permite. E incluso, si existiera la manera de hacerlo no se tiene la infraestructura necesaria para lograrlo. En este caso, los envases recargables vendrían a ser un aliado para no descartar el envase principal y únicamente reponer su contenido cuando sea necesario.

Según un estudio realizado por Zero Waste Europe, el uso de envases reutilizables desempeñaría un papel significativo en la reducción del impacto ambiental. Va aplicado, claro está, a los diferentes productos que consumimos cuyos envases tienen tan solo una vida útil. Se trata de aquellos artículos que utilizamos diariamente: envases de bebidas saborizadas, de agua, licor, recipientes de alimentos, tarros de leche, envoltorios e-commerce, entre otros. Además, consideran que estos tienen el potencial de aumentar su índice de reutilización en futuro, con la ayuda de incentivos y legislaciones propicias al cambio. Se deben hallar maneras de facilitar el tránsito a este modelo, tanto para las empresas como para los consumidores.

Una forma de incentivar el uso de los envases es a través de descuentos. Así, las marcas suelen ofrecer el recambio de productos con un porcentaje menor al inicial, llegando incluso a disminuir en un 50%.

La realidad

A pesar de todo lo bueno que parece ofrecer, no debemos dejarnos engañar por las apariencias. Mientras no se tenga una data clara sobre el uso de los plásticos y la huella de producción de un producto, no podemos saber con certeza si realmente este concepto de recarga simboliza una diferencia significativa en nuestro impacto medioambiental. Porque, ¿Cuántas veces debe recargarse un producto para que su huella sea visiblemente menor en futuro?

Para que este formato resulte favorecedor al planeta no basta meramente con la función de recarga. La totalidad de su desarrollo debe estar cuidadosamente pensada para evitar entrar en contradicciones con el objetivo al que hace frente. Es decir, resultaría en vano que los envases de los recargables sean hechos en plástico. Se deben buscar alternativas para no caer en el mismo ciclo perjudicial para el ambiente. Hallar la solución más sostenible requiere de un estudio completo de la vida del producto, desde su producción hasta su uso, e incluso después de este.

Otro punto en contra o, mejor dicho, que aún falta desarrollar, es la masificación del concepto. Masificación, no sólo en el sentido que se adapte en todas las gamas de productos de una marca, sino que éste pueda darse en todos los mercados en los que tiene presencia. Actualmente, el alcance de la capacidad de la mayoría de las marcas en este ámbito no se extiende más allá de un país o de sus principales mercados. No trasciende fronteras, dejando a muchos consumidores sin la opción de reutilizar sus envases.

Por otro lado, cada marca posee un tipo de envase diferente para cada producto que comercializa. Lo cual implica una dificultad añadida a la hora de poder reutilizar los envases sin importar la compañía a la cual pertenece. Para una mayor sostenibilidad, haría falta una estandarización de envases donde los recambios puedan acoplarse a cualquier recipiente. Por lo menos, a cualquiera dentro de la misma gama de productos. Ya que, ante la rápida aparición de novedades en el sector, resulta difícil pensar que el cliente vaya a comprar el mismo producto por el resto de su vida.

Aparentemente, el concepto tiene más beneficios en teoría que en práctica.

Aún queda un largo camino por recorrer antes de poder llamarlo una victoria contra el exceso de residuos. Depende de una mayor conciencia ética por parte de las empresas para sumarse e invertir en proyectos de innovación sostenible. Y de nosotros depende hacer nuestra parte y abogar por el cambio. De nada sirve que un recipiente duradero pase a ser desechado tras dos usos, si tras un primer intento fallido, el consumidor no logra adaptarse a este. Es necesaria una flexibilidad de ambas partes. Y, por supuesto, mayor acción participativa de las entidades gubernamentales a nivel mundial, quienes deben regular de manera más eficaz y dotar leyes que tengan como objetivo la disminución de nuestra huella en la contaminación del planeta. Mientras más pronto cada quién asuma su responsabilidad, más pronto estaremos de ver resultados.