Gasolina hecha de plástico: ¿una alternativa viable?

Author
Elizabeth Valverde
Translator
Viviana Grasso

Vivimos rodeados de plástico, un material que se encuentra en todas partes, y cuyo uso representa un desafío significativo para el medio ambiente. Pero ¿sería posible convertir tales desechos en un recurso valioso?

Según la ONU, actualmente se producen más de 430 millones de toneladas de plástico al año. De estas, el 76% termina en vertederos o en la naturaleza, el 12% se incinera y solo el 9% se recicla. Así, en la búsqueda de soluciones más sostenibles, que permitan una mayor reutilización de tales desechos, surge la idea de utilizar el plástico para la fabricación de combustible. Una gasolina derivada del plástico podría ser una forma eficaz de abordar el dilema de su eliminación y generar nuevas fuentes de energía. Dos pájaros de un solo tiro.

Además, dado que el plástico proviene del petróleo, podría parecer que no necesitaría más materia prima y que simplemente lo devolveríamos a su estado inicial. Sin embargo, la realidad suele ser más compleja y, como ocurre a menudo, la teoría y la practica pueden ser muy diferentes.

Desechos plásticos contaminando el agua. Créditos: Rui Stenio
Desechos plásticos contaminando el agua. Créditos: Rui Stenio

Entonces, ¿estamos antes una solución viable para la crisis de plástico o es una idea sin beneficios reales que, en realidad, resulta contraproducente? Porque, siendo honestos, plástico y fuego no suenan bien juntos, ¿verdad? Pues veamos de qué se trata este proceso de transformación y si tiene el potencial de ayudar a nuestro planeta.

¿En qué consiste este método?

En principio, el plástico entra en la planta, donde se calienta a temperaturas extremadamente altas, alrededor de 900 °C, en ausencia de oxígeno. Esto permite separar el plástico en moléculas más pequeñas y transformarlo en un nuevo compuesto. Este proceso de descomposición térmica se llama pirólisis.

La pirólisis de plásticos es la tecnología utilizada para producir combustible líquido, gaseoso o sólido, a partir de residuos plásticos. El resultado puede usarse como energía o como material para la creación de nuevos productos plásticos.

La forma más común de combustible generado en este proceso es el aceite, seguido del negro de carbón y el hidrógeno. El aceite que se obtiene es relativamente claro y cuenta con un alto poder calórico, similar al Diesel convencional, lo que le permite tener una amplia gama de aplicaciones entre las que se encuentran fábricas, plantas industriales y centrales eléctricas. Si además cuenta con un refinado adicional puede obtenerse Diesel no estándar, con lo que su uso se ampliaría a maquinaria pesada como tractores. Por otro lado, el negro de carbón puede utilizarse como combustible de calefacción en fábricas de ladrillos o cemento, y al refinarse, su uso se extendería a la industria del caucho y a la producción de pinturas.

Planta de pirólisis de plástico. Créditos: Beston Group
Planta de pirólisis de plástico. Créditos: Beston Group

¿Qué beneficios supone?

Una primera ventaja sería la reducción de la necesidad de materia prima virgen y, por ende, la reducción de la demanda excesiva de combustibles fósiles. Tras ser refinado y mezclado con combustibles convencionales, podría utilizarse como energía para vehículos u otras maquinarias que necesitan adaptar sus sistemas para funcionar con fuentes alternativas de energía. Así como industrias que encuentran difícil reducir sus niveles de carbono, cuyas infraestructuras están diseñadas para combustibles líquidos o sólidos y que actualmente dependen del petróleo crudo y gas natural, necesitando una transformación importante para emplear fuentes de electricidad renovables.

Otra ventaja es su capacidad para utilizar distintos tipos de plásticos, incluyendo variedades que no pueden reciclarse de manera convencional. El reciclaje mecánico, que todos conocemos, tritura el plástico para formar gránulos y producir nuevos productos plásticos. Este método tiene muchas limitaciones, como los estrictos requisitos de clasificación previa (solo se puede utilizar unas pocas variedades de plástico) y la disminución de la calidad del material en cada ciclo (por lo general, solo se recicla un plástico 1 o 2 veces antes de ser incinerado o tirado). En cambio, con el reciclaje termoquímico por pirólisis, se podría tratar incluso aquellos residuos no clasificados y contaminados que de otro modo acabarían en vertederos.

Sus partidarios afirman que esto significaría una mejor gestión de residuos y tendría el potencial de crear una economía circular. Algo que, sin duda, ha atraído la atención de las comunidades científicas para evaluar su viabilidad.

La mirada de sus simpatizantes

Quienes apuestan por esta energía señalan múltiples ventajas, desde el costo operativo a la gestión ambiental. Dicen que se eliminaría la huella que supone la extracción del petróleo, refinamiento y transporte, ya que el método termoquímico no necesita de grandes plantas para su producción, por lo que podría producirse localmente. Además, sugieren que, aunque cualquier tipo de reciclaje necesite de grandes cantidades de energía, especialmente aquellos de altas temperaturas, resulta más eficiente que producir un producto de forma convencional.

Asimismo, indican que, si bien es sometido a un gran calor, el material no se quema, por lo que no se emite CO2 ni otros gases de efecto invernadero. Consideran que el proceso de conversión termoquímica reduce estas emisiones y minimiza los contaminantes tóxicos al realizarse en ausencia de oxígeno.

Planta de producción de polímeros. Créditos: Coperion
Planta de producción de polímeros. Créditos: Coperion

Aquellos beneficios, aun en conjeturas, han bastado para múltiples compañías inviertan en este modelo de negocio de reciclaje. Algunas de ellas son: JBI Chemicals Inc (con su tecnología patentada Plastic2Oil), Agilyx, Nexus Circular, y Stellar 3.

Esta última empresa, por ejemplo, indica que ha desarrollado un proceso que incluso recicla el PVC que normalmente se evita porque tiene cloro. También, para mejorar la eficiencia del proceso, quema el exceso de gas sintético producido para generar el calor necesario y utilizar un nivel bajo de energía externa que puede provenir de fuentes renovables.

Sin embargo, aun es un proceso que necesita ser perfeccionado para garantizar su éxito.

Esto lo saben bien los investigadores, quienes buscan hacer que el proceso sea cada vez sea más eficiente, abordando los diversos desafíos del sistema.

Un ejemplo, es el estudio publicado en la revista Science, donde un grupo de científicos afirma haber desarrollado un método para convertir plástico en combustible a temperaturas inferiores a 100 °C. Utilizando un nuevo catalizador a base de cloruro de aluminio, que actúa como ácido, la reacción forma nuevos enlaces de manera controlada, produciendo compuestos similares a la gasolina. Estos compuestos, denominados alcanos, pueden utilizarse como combustible o materia prima. No obstante, se necesitará una mayor investigación para determinar si podría trasladar a gran escala.

No todos están convencidos de este modelo

Las opiniones contrarias señalan las debilidades de este método. Por un lado, está la calidad del material producido. Al estar hecho a partir de desechos y, por ende, de diversos tipos de plástico, dificultaría lograr una homogeneidad del material. No se podría garantizar exactamente el mismo producto si cada vez se utilizan materiales diferentes.

Del mismo modo, otros afirman que, en realidad, solo una fracción de la variedad de plásticos se reciclaría de manera efectiva en este proceso (lo que implicaría perder la capacidad de reciclar cualquier tipo de plástico). Por ello, algunos creen que sería más prometedor aplicar la tecnología de conversión para fabricar nuevos plásticos en un circuito cerrado.

Por otro lado, los plásticos no se degradan fácilmente. Muchas partículas (micro y nano pláticas) quedan en el ambiente, amenazando la salud de todo ser vivo, incluida la nuestra. Al contener una compleja mezcla de aditivos químicos, la fundición del plástico liberaría estas sustancias nocivas, trayendo consecuencias negativas a largo plazo para la salud, como un aumento de riesgo de cáncer. Especialmente, para aquellos expuestos de manera directa, como los trabajadores, comunidades cercanas a la planta de procesamiento y los consumidores finales. Este proceso no garantiza que se puedan capturar todas estas partículas o sustancias para evitar su contacto con el ambiente.

No se puede evidenciar su nivel de contaminación real.

Existe un gran riesgo de greenwashing, asegura Beyond Plastic, una ONG que lucha contra la contaminación plástica. Esta afirmación coincide con el sentir de distintos grupos ambientalistas, que consideran que este proceso requiere mucha energía y deja una gran huella de carbono. Por lo tanto, se trataría de un lavado de imagen ecológico, donde la palabra “circularidad” es utilizada como respuesta a la falta de uso de materia prima nueva. Es un intento de la industria por lograr la aceptación pública del plástico y por hacer que continúe existiendo.

Portada del Reporte de Reciclado Químico. Créditos: Beyond Plastic
Portada del Reporte de Reciclado Químico. Créditos: Beyond Plastic

Beyond plastic expone distintos motivos para oponerse a este reciclaje químico. Creen que es una solución falsa, un mito que solo apoya la economía de usar y tirar, que distrae del foco central del problema y de la necesidad de grandes cambios para una verdadera circularidad. Así, sería solo el último de los intentos fallidos de abordar la crisis de los plásticos.

Aseguran que esto se debe a la cantidad de energía que consume y la poca producción útil que resulta. La mayoría de los plásticos se descompone para convertirse en combustible, y el producto final se quema, convirtiéndose en CO2 (y no en plástico nuevo), lo que resulta en un contaminante climático. Detalles que las empresas detrás del proceso desconocen o esconden. ¿Corrupción o influencia de la industria? Cualquiera que sea el modus operandi, el objetivo es continuar con la producción de plásticos, como lo demuestran los principales promotores de la pirólisis: grandes petroleras, productores de plástico y marcas de consumo masivo, todos interesados en obtener beneficios a costa del planeta.

Además, representa un riesgo en la justificación de la producción de plásticos que los productores pueden aprovechar para fabricar estos materiales cada vez más baratos y desechables. Alegarán que, al final, reciclarán químicamente el plástico, restando importancia a su impacto ambiental.

¿Teorías conspirativas o una realidad en las sombras?

Lamentablemente, las pruebas actuales de contaminación y el monitoreo de las refinerías son ineficientes para este nuevo proceso, ya que se redactaron antes de la aparición de los combustibles a base de plástico. Por lo tanto, no se puede probar con seguridad si este método resulta más o menos contaminante que los procesos convencionales.

Lo que es seguro es que se necesita una economía circular que aborde la gigantesca contaminación de residuos que tenemos. Necesitamos políticas que protejan la biodiversidad, reduzcan la producción de contaminantes y garanticen mayor transparencia en los procesos de reciclaje, tanto antiguos como nuevos. Urge encontrar formas de gestionar, de crear, de innovar, que ayuden a reducir nuestro impacto ambiental y nos permitan salvaguardar la vida del planeta. Al final, nuestra propia existencia está en juego.

Reducir el consumo de plástico es clave para proteger nuestros océanos y combatir el cambio climático. Créditos: Mart Production
Reducir el consumo de plástico es clave para proteger nuestros océanos y combatir el cambio climático. Créditos: Mart Production

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